Batallitas

Mis experiencias como estudiante extranjero en la Universidad de Warwick

He aquí algunos ejemplos de las búsquedas que han conducido a mi blog:

Decadencia de la antigua roma de la cocina dios (¿comorrr?)
Maquinas para moler cascotes (con los cuernos hombre...)
Posters de la segunda guerra mundial (el unico tipo interesante)
Granada pub ambiente lesbianas O.O
John Travolta en sandalias (¡Fetichista!)

domingo, julio 03, 2005

XIV.- Coventry (I)

En este capítulo me permito una leve desviación de la temática general de este blog para contar unos hechos que desde que tuve conocimiento de ellos he sido incapaz de aparcar en algún recóndito lugar de mi memoria.

Durante todo el primer trimestre no salí del campus para nada. No se me ocurrió ningún motivo por el que debiera salir de mi existencia paralela con la realidad. Pero a un cuarto de hora en autobús se encontraba Coventry, una ciudad que hacía sonar campanillas en mi memoria. Algo había leído acerca de Coventry que picó mi curiosidad y me decidió a investigar qué se encontraba fuera de la burbuja.

La historia de Coventry es una historia triste, consecuencia directa de su propio éxito como uno de los mayores focos industriales de Inglaterra. Antes de la Segunda Guerra Mundial, Coventry era una de las ciudades medievales mejor conservadas de Europa, hoy no es más que un cúmulo de despropósitos arquitectónicos sin solución, fruto de una reconstrucción a marchas forzadas tras los bombardeos de 1940 a 1942.
Para entender lo sucedido, hay que remontarse a la época Victoriana, donde una industria relojera en decadencia empieza a ser reemplazada por la fabricación de las primeras máquinas de coser, introducidas por James Starley y por la producción de bicicletas. Este sector siguió su proceso evolutivo normal hasta desembocar en la producción de automóviles y aviones, haciendo de Coventry una centro de producción automovilístico vital, especialmente en tiempos de guerra.

Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, empresas como Daimler, Dunlop, GEC, Humber y Armstrong Whitworth producían una amplia gama de productos manufacturados, desde bombarderos a coches de reconocimiento. Una gran parte de esta producción fue trasladada a fábricas “fantasma” en las afueras de Coventry con el fin de reducir el riesgo de ataques aéreos en zonas residenciales. Es lógico por tanto que las SS alemanas consideraran Coventry un objetivo clave en sus ataques contra Inglaterra durate la Segunda Guerra Mundial.

Los primeros bombardeos de los que se tiene noticia acontecieron el 25 de Junio de 1940, cuando cinco bombas cayeron sobre el aeródromo de Ansty. Poco tiempo después siguieron una serie de bombardeos en la zona de Hillfields, causando 16 muertos. En la noche del 25 de Agosto de 1940 un rápido ataque causó un mayor número de muertes, dejando el flamante nuevo cine, el Rex, en ruinas. En esas curiosidades macabras que el destino siempre depara, la película programada para el día siguiente en el Rex era “Lo que el Viento se Llevó”.

El número de bombardeos se intensificó en Octubre de 1940 y, aunque de escasa duración, causaron otras otras 176 muertes.

Lo peor estaba aún por llegar. El ocho de Noviembre, la RAF bombardea Múnich, cuna del partido Nazi. Hitler jura venganza y la operación Sonata Claro de Luna se pone en marcha movilizando más de 500 bombarderos. Objetivo: Coventry.

Esa tarde a la puesta del sol, bombarderos Kampfgeschwader 100 despegan de su base en Francia; poco después, a las siete de la tarde, las sirenas comienzan a sonar en Coventry y veinte minutos más tarde las baterías antiaéreas se ponen en funcionamiento. Al principio, los bombarderos alemanes se limitaron a dejar caer pequeños paracaídas con bengalas, iluminando la ciudad, copando el ocaso con macabras estrellas fugaces. Poco después comenzaron a caer bombas de gasolina con el fin de provocar incendios que marcasen el objetivo de los bombarderos.
Apenas diez minutos más tarde, a las siete y media, una segunda oleada de bombarderos hace su aparición, descargando 500 toneladas de explosivos a la misma vez que las bombas incendiarias siguen lloviendo sin cesar, algunas destinadas a los objetivos industriales, pero muchas de ellas simplemente dirigidas al centro de la ciudad con el único objetivo de crear un gran incendio y reducir Coventry a escombro.

Antes de que hubiese transcurrido media hora después del inicio del bombardeo, el techo de la catedral de St Michael se colapsa a las siete y cuarenta. A las ocho de la tarde ya no queda ningún efectivo del cuerpo de bomberos sin utilizar. El bagaje del final de la noche: 26 bomberos muertos, 34 heridos graves y 200 heridos leves.
Resulta angustioso pensar en la impotencia de la población civil, escondida en sótanos, criptas y refugios. Otros, simplemente, se quedaron en sus casas. Gasolina y minas de tierra se suman al bombardeo. Estas minas de tierra consistían en una caja de metal suspendida de un paracaídas, lenta y silenciosamente cayendo desde el cielo. La iglesia de St Nicholas en Radford fue destruida por una de estas minas, dejando muertos y heridos entre los civiles que se resguardaban en su cripta.
A las dos de la mañana, tras ocho horas de bombardeo, aun seguían llegando bombarderos, sin preocuparse de las defensas antiaéreas que para entonces ya habían agotado sus municiones. Las fábricas quedaron destruidas o en llamas, las calles eran apenas senderos entre montañas de escombro. De muchas casas apenas quedaban los cimientos.

Los diversos fuegos que consumían la ciudad se habían concentrado en uno sólo. Ya no hacían falta más bengalas para iluminar objetivos, el fuego era visible para los bombardeos que aún se encontraban a más de 150 millas de Coventry.
No fue hasta las seis y cuarto de la mañana cuando, alertados por las sirenas que indicaban el fin del peligro, los habitantes de Coventry se atrevieron a abandonar sus refugios y adentrarse en lo que una vez habían sido las calles de Coventry.

Las estadísticas casi escapan la comprensión humana. Resulta casi imposible imaginar o atisbar a comprender lo que supone que, tras once horas en las que cayeron más de 500 toneladas de explosivos, 30,000 bombas incendiarias, 50 minas de tierra y 20 minas de gasolina, la cuenta de muertos ascendiese “sólo” a 554, además de 865 heridos. Entre los cascotes y los restos de las calles se encontraban restos humanos que nunca llegaron a identificarse. Nunca antes el mundo había contemplado una destrucción y brutalidad de tal magnitud. Es por ello quizás que los alemanes acuñaron un nuevo vocablo para referirse a este tipo de operaciones: conventrizar.
Tristemente, la coventriazacion no acabó en la noche del 8 de Noviembre de 1940. Coventry sufrió mas bombardeos los días 8 y 10 de Abril de 1941, con un último y final bombardeo Agosto de 1942.

Hoy en día, la horrorosa arquitectura de hormigón gris, pasos a nivel, subterráneos y puentes son un firme recuerdo del horror sufrido entre 1940 y 1942.