Batallitas

Mis experiencias como estudiante extranjero en la Universidad de Warwick

He aquí algunos ejemplos de las búsquedas que han conducido a mi blog:

Decadencia de la antigua roma de la cocina dios (¿comorrr?)
Maquinas para moler cascotes (con los cuernos hombre...)
Posters de la segunda guerra mundial (el unico tipo interesante)
Granada pub ambiente lesbianas O.O
John Travolta en sandalias (¡Fetichista!)

lunes, agosto 22, 2005

XVI.- El Regreso

Las vueltas siempre eran interesantes. Por algún motivo u otro siempre llegaba por la noche, unas noches más tarde, otras aún más. La primera etapa del viaje consistía en coger un avión desde Madrid o Málaga a Londres, y en Londres hay cinco aeropuertos, cada uno con sus peculiaridades, a saber: Heathrow, Gatwick, Stanstead, Luton y London City. Heathrow y Gatwick son los aeropuertos a los que alguna vez a volado todo el mundo, y hoy en día casi todo el mundo a oído hablar de Luton y Stanstead gracias a las compañías de vuelos baratos., pero en 1998 las cosas no estaban tan claras. Las posibilidades de volar a cada aeropuerto vienen dadas por la capacidad económica de cada uno. London City Airport está situado al Este de Londres y generalmente está reservado para vuelos chárter, jets privados de ricachones y gente de negocios. En resumen, que nunca he estado ni cerca de ese aeropuerto.

Heathrow es el aeropuerto principal de Londres, situado a las afueras y al que se puede llegar en metro vía Picadilly Line o en tren desde Paddington. Heathrow no está mal, tiene un restaurante que sirve desayunos veinticuatro horas al día, dándonos a entender el carácter internacional de este aeropuerto. Sin embargo, mi atracción favorita en Heathrow es la cinta transportadora en la zona de recogida de equipaje. No hay nada más normal en un aeropuerto que una cita transportadora de equipaje, inmediatamente, cuando a uno le hablan de aeropuertos, en seguida asocia en su mente varias cosas, pero infaltablemente, una de ellas es la cinta transportadora. Pues bien, en Heathrow han conseguido darle a este ingenioso invento (como diría mi abuela, “es que los ingleses para estas cosas de tecnología lo hacen todo muy bien”) un giro siniestro que a mí me hacía mucha gracia al principio. Resulta que en Heathrow, la recogida de equipaje no está al nivel de la pista de aterrizaje, así que las maletas, en vez de ser depositadas directamente en la cinta, ascienden por una rampa, para luego dejarse deslizar hasta la cinta transportadora propiamente dicha. Llegado este punto, tengo que pedir perdón por hacer uso de un pésimo eufemismo, las maletas en realidad no se deslizaban hasta la cinta portaequipaje. En realidad, las maletas se arrojaban, tiraban, lanzaban, estrellaban, estampaban o empotraban contra al cinta transportadora. Como he dicho, a mi esto me hacía mucha gracia cuando veía pasar rodando delante de mi las bolsas de viaje que no eran de mi pertenencia. Esto es, hasta que un día vi pasar delante de mi una maleta que sí que era de mi pertenencia dar tumbos por la rampa maldita. Al instante me vino a la cabeza cierta botella de anís Machaquito que había comprado con intención de recordar mi país natal en ciertas veladas etílicas que, como pude comprobar al levantar la maleta, ya no tendrían lugar. Así que hallá me fui yo, chorreando Machaquito desde Londres hasta Coventry soportando las miradas de la gente, en las que se podía leer perfectamente: “Mira al gilipollas ese que no sabe que las botellas no se pueden llevar en la maleta”.

Gatwick es el segundo aeropuerto de Londres, y a este se puede llegar en coche o cogiendo el Gatwick Express, un tren que recorre el trayecto entre el aeropuerto y la estación de Victoria en alrededor de media hora. Gatwick no está mal, pero no goza del encanto de Heathrow, y, ni mucho menos, ha implementando las modernas tecnologías concernientes a cintas transportadoras de equipaje que exhibe Heathrow. En realidad, Gatwick es un aeropuerto corriente y moliente, y siempre que he volado hasta allí nunca me ha pasado nada digno de mención, lo cual es un alivio.

Stanstead no está realmente en Londres, sino más bien a mitad de camino entre Londres y Cambridge. Para llegar a Stanstead se puede llegar en tren desde Euston Station o en autobús desde Victoria, lo cual en sí es un acto de valentía. Veamos, Victoria está al sur de Londres en la orilla norte del Támesis, y Stanstead está al norte, lo cual supone cruzar Londres de Norte a Sur. Hay ciertas horas en las que eso no es mucho problema, pero hay otras en las que se tarda dos horas, conviertiendo un viaje de hora y tres cuartos en uno de cuatro. Stanstead parece un aeropuerto moderno, aunque siempre da la sensación de estar medio vacío. Desgraciadamente, los viajeros que aterricen en este aeropuerto se perderán los últimos adelantos en cintas transportadoras, pero sí podrán disfrutar de puertas de embarque alternativas. En Stanstead, las puertas de embarque son dobles. Veamos. En un aeropuerto normal (Heathrow, por ejemplo) cuando uno cruza la puerta de embarque espera un túnel que lo lleve hasta el avión o un autobús que generalmente tarda media hora en recorrer los cien metros que separan la puerta de embarque del avión, o, en general, algo sobre estas líneas. Pero no, en Stanstead, uno cruza la puerta de embarque, se mete en un tren que lo suelta en otra terminal, y allí, de nuevo, uno busca su puerta de embarque que finalmente le conduce al túnel que le lleva hasta el avión o al autobús que tarda media hora en recorrer los cien metros que separan la puerta de embarque del avión. A menos, claro, que uno vuele en una compañía de vuelos baratos, en cuyo caso andará los cien metros que separan el avión de la puerta de embarque.

Por último, pero no por ellos menos, tenemos el aeropuerto de Londres Luton. Mi favorito. Como su mismo nombre indica, este aeropuerto no está en Londres, sino en Luton. A este aeropuerto se pude llegar en tren, pero ni idea de cómo, o por autobús, que se puede coger en Victoria. Al igual que Stanstead, Luton está al norte de Londres, así que valgan las advertencias respecto al viaje en atoubús. Los autobuses a Luton son gestionados por una empresa llamada Green Line, cuyo horario de salidas y llegadas
oficial presenta un parecido con la realidad que es mera coincidencia. Por norma general, el autobús tarda media hora en salir de Londres, media hora que puede prolongarse hasta dos horas cuanto más nos acerquemos a la hora punta. El recorrido una vez fuera de Londres hasta el mismo aeropuerto es puramente aleatorio. Con un poco de suerte, unas veces el autobús tomaba el camino de la autovía y ya me podía dar yo con un canto en los dientes. Otros días, el camino elegido era otro, más atractivo para la vista quizá, pero en dirección opuesta a la que lleva al aeropuerto y que discurre por parajes bastante bucólicos entre arroyos y praderas verdes. El tiempo que se tarde en llegar al aeropuerto depende ya de la voluntad del conductor en volver a la autovía o la de pasearse por carreteras estrechas de un solo carril.

Las mejores emociones se tienen en Stanstead. Para llegar de Stanstead a Coventry había que coger un tren a Liverpool Street, en Liverpool Street coger el metro a Euston Station y ya, por fin en Euston Station, después de subir y bajar por las escaleras mecánicas del metro que convenientemente han dejado de funcionar arrastrando dos maletas, una mochila y una bolsa de viaje, después de sortear mendigos y gente de aspecto poco fiable, se puede uno montar en un tren que lo lleva a Coventry.

***

Bien, ya he aterrizado, estoy en Heathrow y mi maleta va goteando anís Machaquito, dejando un rastro como Pulgarcito. Desde Heathrow hay autobuses directos a Coventry, lo cual no deja mucho lugar para emociones fuertes.

***

Desde Luton había autobuses a Coventry también, pero al parecer el diseñador del horario le debía de tener manía a mi compañía de vuelos de bajo coste favorita, pues siempre me tenía que esperar entre dos y tres horas hasta que llegaba el autobús. Así que allí estaba yo, a las doce de una noche lluviosa de Enero, al resguardo del tiempo inclemente, hablando de todo y nada con un chaval griego que también iba hacia Warwick. Progresivamente, la cola para el autobús se fue haciendo más larga, hasta que llegó el autobús. Llegó el autobús cargado de gente, quiero decir. A lo cual se gira el chico griego y me dice: “Oye, yo no tengo billete, ¿habrá algún problema?”, a lo cual yo le respondí: “Pues hombre, tu tranquilo que no pasa nada”. La verdad es que mira que soy cruel, porque, la verdad sea dicha, admito que soy un cobarde y que en ese preciso instante veía que a pesar de mi billete abierto, no me montaba en el autobús. Mientras se abría la puerta del autobús miré a mi alrededor y vi que no vi nada. Por aquel entonces, Luton era un aeropuerto en el que la cola del Kentucky Fried Chicken era más grande que la de la facturación de equipaje de los cuatro mostradores juntos, así que el prospecto de pasar la noche en la terminal no me hacía mucha ilusión. “¿De verdad crees que no va a haber problema?” me preguntó otra vez el amigo este que me había salido de repente. “No hombre no, que todo va a ir bien”, decía yo mientras me apartaba de él como si fuera un apestado, temeroso de contagiarme de esa terrible enfermedad llamada no tener billete cuando el último autobús del día viene completo. “Amigo, estás jodido” pensé.

Rápidamente, empecé disimuladamente a empujar hasta acercarme al conductor con mi billete abierto en la mano, cual rata huyendo de un barco en un naufragio. Y tan rápidamente como empujaba, reculé cuando apareció el conductor, calvo, con pendiente y los brazos cubiertos de tatuajes gritando algo que no entendía por más que me esforzaba. En estos momentos de tensión, con un oso de ciento veinte kilos cubierto de tatuajes gritándome delante, y gente enfadada gritando detrás seguros de que se iban a quedar abandonados, hice lo único que sé hacer en estos momentos de incertidumbre: poner cara de gilipollas. Para entonces, como Pedro antes del canto del gallo, yo ya había negado por completo mi asociación con el chico griego sin billete. El conductor empezó a hablarme, señalando el billete y poniendo más cara de oso a punto de atacar. Después de desparecer brevemente dentro del autobús para comprobar si quedaba algún asiento libre, bajó, rompió mi billete y, haciéndome una señal con la mano, me instó a entrar en el autobús, cosa que hice sin pensármelo dos veces sin mirar atrás a comprobar que le pasaba al chico griego. Para entonces, los quejidos y los llantos de los que se iban a quedar atrás empezaron a subir de tono, pero el rugido del oso fue mayor y al cabo de un par de minutos, se subieron al autobús un chica y el griego, que al verme sentado me hizo un gesto de triunfo con la mano: “ª!Lo conseguí, me he subido!”. “Te lo dije”, le respondí mientras me daba la vuelta y me disponía a dormir el resto del trayecto.

***

Así que me senté a leer mi recién adquirida novela de Stephen King mientras pensaba en el reguero de Machaquito que se estaría formando en el maletero del autobús. Sin mirar, una vez en la estación de autobuses de Coventry, cogí mi maleta/regadera y me monté rápidamente en un taxi, cuanto antes llegar y acabar con la vergüenza, mejor. “¿No hueles como a algo raro?” me preguntó el avezado taxista. “Pues no sé, yo es que estoy un poco resfriado”.

Amigo, que forma de cascar una botella, no es que se hubiese rajado, se había roto en miles de pedazos. Un hedor etílico inundó mi habitación mientras mis compañeros de residencia me miraban con esas caras en las que se podía leer perfectamente: : “Mira al gilipollas ese que no sabe que las botellas no se pueden llevar en la maleta”.

domingo, agosto 21, 2005

XV.- Coventry (II)

Desde entonces, Coventry ni siquiera es al sombra de lo fue una vez, y hoy día constituye una de las zonas deprimidas de Inglaterra. El nivel de depravación social e inseguridad alcanzado es superior a la media nacional. Como ejemplo, veamos lo que ocurrió en Enero de 2002:

  • 1 Enero 2002: Un Kentucky Fried Chicken es atracado en Coventry.
  • 1 Enero 2002: La policía comienza la búsqueda de un joven de 13 años desaparecido desde el 23 de Diciembre.
  • 1 Enero 2002: Señor de 79 años muere tras ser robado en su casa/caravana en Coventry.
  • 2 Enero 2002: Productos por valor de varios miles de libres son robados tras un atraco a
    un supermercado.
  • 4 Enero 2002: Señor es atacado a punta de navaja en un paso subterráneo.
  • 9 Enero 2002: Doce hinchas del Coventry se confiesan culpables de causar desordenes
    tras un partido.
  • 15 Enero 2002: Mujer embarazada de cuatro meses es violada debajo de la
    circunvalación.
  • 24 Enero 2002: Un taxista es asesinado.
  • 28 Enero 2002: Joven de 28 años pierde varios cientos de libras tras ser atacado a punta
    de navaja.
  • 29 Enero 2002: Un joven de 24 años es atacado en Coventry.

Veamos, teniendo en cuenta que los atracos pasan en todas partes y no cuentan estamos hablando de que en el plazo de un mes tuvieron lugar dos atracos a mano armada en dos establecimientos, una violación, un asesinato, y un asesinato con allanamiento de morada. Y eso, en una ciudad de 300000 habitantes quizá resulte algo por encime del nivel de crime socialmente aceptable.

No es de extrañar que, después de todo esto, la población de Coventry no le tenga excesivo aprecio a la población estudiantil de Warwick. En un país donde las clases sociales están muy marcadas y donde aún se sigue hablando de la lucha de clases y el salto social, hay zonas de Coventry en las que, simplemente, es mejor no aparecer. Quizá esto parezca exagerado, pero es la realidad. Una noche, unos compañeros españoles fueron a un bar y, a mitad de su primera pinta, se les acercaron un grupo de jóvenes que, después de cuatro palabras y sin dar ocasión a responder, se abalanzaron sobre ellos y los echaron del bar a patadas. Cuando fueron a la comisaría a denunciar, la respuesta de la policía les dejó petrificados: “Es que vosotros no tendríais que haber ido allí”.


Durante los cuatro años que me paseé por Coventry, contemplé muchos sucesos que si me los hubieran contado no me los hubiera creído.
Cierto día presencié una pelea entre tres chavales de menos de 16 años y un taxista. Esta imagen no me hubiese resultado chocante en absoluto un viernes o sábado por la noche, pero a las tres de la tarde, en pleno centro sí que no me lo podía creer. A una distancia más que prudente, me entretuve en ver como la situación empezó a liarse y subir de tono hasta que el taxista se fue al maletero del coche y sacó un cuchillo carnicero más grande que el de Norman Bates en Psicosis. Finalmente llegó la policía y todo se calmó, gracias a eso y a los otros cuatro taxistas que estaban sujetando al primo de Norman Bates. Y digo yo: ¿Por qué llevaba el primo de Norman Bates ese cuchillo en el taxi?.


Lo que sí que he de admitir es que la población de Coventry le tiene un respeto total a la autoridad civil. En mi Granada natal he visto como la policía se daba media vuelta ante una pelea, y eso que en Inglaterra la policía no lleva pistola. Solo llevan la porra, así que en cualquier situación de duda la orden de sus superiores es clara: "Golpeen primero". Me imagino la situación en plan Canción Triste de Hill Street: Mañana, 6:15 a.m. "Señores, recuerden que van desarmados, si se encuentran con un borracho, sospechoso o atacante, no lo duden, golpeen primero". Y vive Dios que cumplen esa orden a rajatabla. En varias ocasiones he presenciado lo rápido que la policía atajaba la típica pelea de bar. Y todo de manera muy simple y sin alterarse: llegaba la policía, le arreaba tres palos en el lomo a cada uno de los combatientes, por si las moscas, a otros dos o tres tipos de manera más bien aleatoria, los metían en el coche o furgón de otro palo por si se les habían olvidado los primeros, y para comisaría. Además, da igual que el policía sea hombre o mujer, igual uno y otra arreaban unos palos en el lomo que doblaban al pobre desgraciado que se las tenía que ver con ellos. Otro día, la pelea se inició entre dos mujeres. La cosa derivó y en menos de diez minutos conté hasta veintidós coches de policía más una furgoneta. La policía en Coventry no se anda con rodeos.

Otro día presencié in situ como un pobre chavalillo que se había echado unas copas de más se puso gallito con la policía. A mi es que se me partía el alma de ver las dos leches que le arrearon en el lomo y la forma en que lo metieron en el coche patrulla.
Al mismo tiempo, he de decir que yo nunca tuve ningún problema ni encontronazo en Coventry. Sólo había que tener muy claro a dónde se podía ir y a dónde no; a partir de qué hora no se te podía ocurrir andar sólo y cuál era el camino más rápido y seguro entre la parada de autobús y el lugar de destino.
He de admitir que en todo su horror arquitectónico e inseguridad, en las tardes de invierno, cuando a las tres y media ya era de noche, me encantaba pasear sólo por el centro peatonal de Coventry, imbuido en mi abrigo, mi bufanda y mis guantes, disfrutando al ver que las grandes superficies y las franquicias aún no habían arrasado del todo con los pequeños comercios familiares. Por algún extraño motivo, me sentía feliz mientras mordisqueaba los trozos de guirlache que le había comprado a un señor al que no le entendía ni palabra en un puesto ambulante, mientras veía como poco a poco las tiendas iban cerrando y el centro se quedaba desierto.


Sin embargo, no todo en Coventry es hormigón gris e inseguridad. Coventry es lugar de nacimiento de Lady Godiva, aquella que tuvo que pasearse en pelotas a lomos de un caballo para liberar al pueblo de los opresivos impuestos a que eran sometidos por su marido Leofric (en aquellos tiempos sí que sabían protestar como Dios manda). Aunque me imagino que ir en pelotas a lomos de un caballo puede resultar un poco incómodo. Según cuenta la leyenda, o la placa que hay en el piso superior del centro comercial de la Plaza Godiva de Coventry, en el siglo XII Lady Godiva tomó esta decisión a pesar de la insistente negativa a bajar los impuestos de Leofric. Ya me imagino, la conversación sería algo como:

Godiva: "Leofric cariño, ¿no crees que el pueblo vive un poco oprimido bajo tus asfixiantes impuestos?"
Leofric: "¿Que te hace pensar eso querida?"
Godiva: "Quizás sea el hecho que no tienen dinero ni para pan. ¿No considerarías bajarlos?"
Leofric: "No"
Godiva: "¿Por qué?"
Leofric (molesto): "Porque no"
Godiva: "Porfa"
Leofric (irritado): "No"
Godiva: "Porfa"
Leofric (cabreado): "No"
Godiva (en un rapto de inspiración): "Pues si no los bajas me pasearé en pelotas a lomos de un caballo por el pueblo"
Leofric: "Acuérdate de lavarte el chirri cuando termines"

Y, efectivamente, Godiva se paseó desnuda a lomos de un jamelgo maloliente. Al parecer, y esto es lo que no me creo, nadie vio a Lady Godiva pasearse a lomos del caballo, ya por respeto o por pudor. ¿En serio que ningún salido le echó una miradilla a la tal Godiva? Al parecer no, hasta que en el siglo XVIII salió a la luz la historia de un sastre llamado Tom, que sí le echó un vistazo a la tal Godiva, quedándose ciego en el intento. Según la placa, la historia de Lady Godiva "es tan cierta como falsa la de Tom".


Finalmente, otra de las cosas que más me llamó la atención de Coventry fue el escudo de armas de la ciudad, su emblema insignia y estandarte, representación de lo más profundo y arraigado de la ciudad y que encapsula ese espíritu inherente que poseen todas las ciudades. El escudo de Coventry está centrado en torno a la figura de uno de los animales más característicos de la zona de los midlands de Gran Bretaña, alegoría del carácter de sus gentes y metáfora su espíritu y tradiciones. El escudo de Coventry está gira alrededor de: un elefante.

Mirándolo desde cierta perspectiva, esto es como si el escudo de Madrid, en vez de un oso y un madroño tuviese un koala trepando por un eucalipto o como si el escudo de Granada, en vez de tal fruta exhibiese un kiwi o un lichi en el centro. En realidad, y para que no se diga que no me tomo interés por estas cosas, el verdadero motivo por el que el escudo de Coventry está centrado en torno a un elefante se remonta a los bestiarios de la época medieval. El elefante era considerado un animal fuerte y resistente (estos monjes medievales es que la echaban una imaginación), capaz de soportar sobre sus espaldas el ahora desaparecido castillo. Algunos sostienen que también podría mantener cierta relación con la expulsión de Adán y Eva del paraíso y la salvación de la humanidad a través de Cristo (llegado este punto concluyo que los monjes medievales ya fumanban hachís). Por otro lado, el elefante era el enemigo natural del dragón en tiempos medievales (como todo el mundo sabe). La defensa de sus cachorros por parte del elefante cuando se encontraba bajo amenaza de los dragones era ampliamente admirada en época medieval. Así que lo tenemos todo, fuerza, la salvación, la fuerza para vencer dragones, ¿quién quiere un koala y un eucalipto cuando puede tener un elefante mata dragones?. Hay quien sostiene que en realidad, el elefante sostiene sobre el lomo las antiguas murallas de la ciudad (lo cual es falso pues el escudo del elefante y el castillo son anteriores a la construcción de las murallas, por tanto, la historia del elefante mata dragones tiene más visos de ser real, increíble pero cierto).
Encima del escudo hay un gato en posición de alerta, lo cual simboliza precisamente el estado de vigilia de la ciudad. Este emblema del gato era portado también por El Príncipe Negro, nieto de la reina Isabel. Esta relación entre el gato avizor y El Príncipe Negro se ve reforzada por el hecho de que el lema en latín bajo el elefante lee “Camera Principis”, es decir, la cámara del príncipe.
Hasta 1959, el escudo de armas de Coventry estaba formado simplemente por el gato, el elefante y el lema en latín. Como ya dije antes, el impacto de los bombardeos de 1942 fue de tal extremo que se decidió actualizar el escudo de armas de la ciudad. El gato avizor ahora se presentaba encima de un casco con un fénix a la derecha del escudo y un águila a la izquierda. El fénix representa el resurgir de Coventry, literalmente, de sus cenizas, mientras que el águila representa a Leofric. Aunque simplemente fuese por el escudo, me sentiría orgulloso de haber nacido en Coventry, de su triste historias y de sus esfuerzos por recuperar su antigua gloria.

Y para que nadie diga, aquí va el escudo: